martes, 23 de julio de 2013

Soy libre

23/julio/2013

Soy libre

Son las 4 a.m., no he dormido bien en días, mi tez luce pálida, y mi aspecto es demacrado como todos aman asegurar.
La luna llena se alza majestuosa, y su luz blanquecina se cuela por mi ventana, iluminando mi habitación oscura.
Siento mi cuerpo, recostado en la cama, tensarse y advertir la presencia de algo más. Al parecer hoy será una de “esas noches”…
Intento tranquilizar mi respiración, mi mirada se eleva al techo y mentalmente pienso en oraciones.  Sé que en algunos segundos comenzara, y un nudo firme se atasca en mi garganta. Quiero llorar, gritar o al menos hacerle saber al mundo lo difícil que es para mí, pero sé que cuando diga lo que sucede en momentos como este, terminaré con una camisa de fuerza en algún cuarto de hule espuma. Pienso en mi canción favorita, aquella que de niña me cantaban y cuya letra esta tatuada en mi alma, y la canto en mi interior. Me abandono a ello, sé que entre más pronto comience, más pronto terminara.
Ahogo un grito cuando a través de la luz veo sombras danzar rápidamente. Es demasiada su velocidad para cualquier humano, y aun así no tiene sentido engañarme, hace años que yo vivo sola. Notó con pánico que la puerta de mi habitación está cerrada, y que prácticamente he caído en su trampa.
Abandono la posición fetal y apoyo mi espalda en la pared del rincón, aun sentada en la cama, abrazando mis rodillas.
Ellos son crueles, y sus miles de manos empujan mi cama y todas las cosas de mi habitación. Se, por el ruido de la madera al caer, que mi librero ha sido presa de ellos y desconsolada veo el mar de libros extenderse hasta mis pies. Otro golpe sordo seguido de un chillido rompe el silencio, e imagino los restos de mi guitarra dentro de su funda con una punzada de dolor. Incluso los frascos de perfume que alguna vez pertenecieron a mi madre perecen, aportando al ambiente un escalofriante aroma dulzón antiguo.
Tiemblo, y un sudor frio camina por mi espalda. Canto con más fuerzas en mi mente, imaginando campos soleados y lagos de colores preciosos, como arcoíris fundidos. Escucho sus risas, burlándose de mí, y comienzo a morder mis labios con toda la fuerza que he estado conteniendo.
Tenemos un trato, ellos suelen dejarme en paz por el día a cambio de mis sonrisas, pero esta noche sé que están desatados porque he sentido a uno rozarme el brazo.
Las lágrimas se deciden a salir en torrentes de mis ojos, y yo solo pienso aun en esa canción. Lo tétrico de la situación me exaspera, y sé que debería hacerles frente pero al apenas pensarlo se densa el ambiente, contándome de su fortaleza. Ellos son muchos, y yo vamos, yo soy débil.
Recuerdo a mi papá, a mi mamá, a mis hermanos abrazándome y meciéndome entre mis llantos desesperados por las noches, cuando yo apenas era una niña y como aprendí a callar lo oscuro de mi interior.
A veces pensaba que si todas esas sombras salían de mí, también podían volver a entrar.
Jamás lo lograre, acepto con pesimismo y continúo intentando normalizar mi respiración. Entonces me doy cuenta de que mi corazón camina lento, y de una presión nueva añadida en mis pulmones.  Se lo que se avecina, y asustada pienso en mi edad. Un año por cada sombra, y entonces ellos se ponen en fila frente a mí. Veo que ya son multitud.
Tras unos minutos de paz, en los que ni ellos ni yo hacemos nada, sonrió con pesadez y con apenas un movimiento que me cuesta una oleada de dolor les digo adiós. Pienso en que, a pesar de todo, me han hecho compañía, y me dejo llevar.
El aire me arrastra, me conduce, me eleva, y ya nada puedo hacer. Estoy muerta.
Y por fin, por fin soy libre. 

Tercer relato corto, y escrito en un momento de inestabilidad supremo. 

jueves, 18 de julio de 2013

Atractivo Sexual

18/julio/2013'

Atractivo sexual

Él le mira, ella lo observa, y algo nace entre ellos.
¿Qué es lo que le atrajo, quizá su vientre plano o la suave curva de sus pechos?
¿Qué es lo atractivo de él, quizá su estatura o la sonrisa de marfil que le envía?
Se vuelven a mirar y se sonríen. Todos los pasajeros que les acompañan en el metro podrían estar ahí o en China y les daría igual, porque no importan, porque ha desaparecido el asco producido por aquel señor de mal olor, porque aquella niña que llora a gritos ha dejado de colmar su paciencia, porque ya no se aferran a un tubo lleno de gérmenes: Ahora su vida se ha mudado a una pequeña burbuja donde solo existen ellos dos y esa corriente entre ambos, que a pesar de estar separados les une, como un hilo firme, dorado, resistente y reciente.
La mirada de él se adapta a la anatomía de ella: Encuentra profundamente interesante el escote ligero de su blusa blanca, y aun más que esta le permite ver ese ombligo adornado por un arete.  Ella se conforma con ver el brazo que se asoma bajo aquella camisa, y la porción de torso que blanca, se muestra, curiosa.
Y las miradas de ambos se vuelven a encontrar, y de repente el metro anuncia una parada y ellos sobresaltados se dan cuenta de la realidad. Se dan cuenta de que son las siete y quince de la mañana, que probablemente llegaran tarde, y que aun faltan caminar unas cuantas cuadras más. Se dan cuenta de que aquel muchacho de aspecto inocente ya les ha robado la cartera a dos señoras. Se dan cuenta de que aquella chica con aspecto de come libros advirtió todo y no dijo nada, pues su mirada se encuentra enfocada en la región glútea de él. Se dan cuenta de aquella pareja al fondo del vagón, ellos que parecen estar entrelazados y con aspecto de no poder –aunque quisieran- separarse jamás.  Se dan cuenta de aquel señor de edad avanzada que observa con ojos libidinosos a una colegiala entretenida con su Ipod. Se dan cuenta de sus propios cuerpos, reaccionando a todo, y vuelven a mirarse entre si. Entonces aquel hilo dorado se rompe, y con un asentimiento de cabeza el baja del metro.

 Ellos fueron solo otras victimas más del atractivo sexual. 

Segundo en mi colección de relatos cortos.

domingo, 14 de julio de 2013

Herido del cuerpo, herida del alma.

14/julio/2013'

Herido del cuerpo, herida del alma.


Dices ser una bestia. Tu mirada delata el dolor que conlleva semejante declaración y te alejas de mí, mirando el suelo, mientras tu figura se encorva ligeramente como si todo pesara igual que tu alma.
Estiro el brazo e intento alcanzar tu mano. Tu mirada me busca, me advierte y tus finos labios se tensan, al igual que tu cuerpo.
-Shhh-digo-no te haré daño.
Suspiras y exasperado me explicas que no temes eso, sino más bien que tú puedas hacérmelo a mí. Te aseguro que estaré bien, que no me pasará nada, que confió en ti.
Tiemblas. Tus ojos acuosos indican que he tocado fibras sensibles, y  repentinamente abrumada intento con más fuerza tocarte.
Esta vez no me rehuyes  e incluso envuelves mi mano en la tuya. La aprieto suavemente y con el pulgar dibujo formas en tu piel. Siento tu cuerpo convulsionar levemente a causa de sollozos reprimidos, y odio con todas mis fuerzas a aquel que te hizo semejante daño.
-Estarás bien, yo te ayudaré-susurró casi sin fuerzas, y me siento desfallecer cuando con tu mano libre limpias tus lágrimas. Acallo sin éxito el impulso de abrazarte, y simplemente recorro mi mano por tu brazo hasta tu hombro, donde la poso y sobre ella mi mentón.-Eres la mejor persona que he conocido. Eres un ángel. Me has salvado la vida. No soporto verte mal.
Palabras comienzan a salir a borbotones por tu boca, mientras el sol se abre paso por el bosque oscuro en que estamos, y un rayo de luz hace reflejar el color ocre de tu cabello.  No entiendo lo que me quieres decir, hasta que te sueltas de mi torpe abrazo y pasas tus dedos por las cicatrices que cubren tus brazos.
-Quisiera que entendieras lo podrido que estoy por dentro. –murmuras.
-No digas estupideces. Quiero entenderte, pero no puedo hacerlo si sigues levantando esas murallas de lastima por ti mismo alrededor.-Veo como tu piel marfileña se pone aún más pálida, y el gesto de dolor que cruza rápidamente tu rostro. –Déjame ayudarte, toma mi mano, tócame, soy real, no quiero hacerte daño. –mi voz baja como si estuviera orando te sorprende. Sabes que soy toda energía y pasión, pero verte tan mal a minado mis fuerzas, y probablemente mi felicidad.
-Eres pura bondad conmigo. Temo que un día cambies de opinión y me abandones a mi suerte. No quiero montar ningún tipo de dependencia, de sentimiento hacia ti. No quiero tener más heridas. –dices esto viendo directo a mis ojos, y consternada siento la sangre bajar a mis pies.
Lenta y cuidadosamente tomo tu mano y la coloco en mi pecho.
-¿Sientes eso? Ahí dentro yo también tengo muchas heridas-te digo claramente, con el corazón loco por el contacto-No te jurare un “siempre”, quizá ni siquiera un “mañana”. Tu cuerpo está herido, yo tengo herida el alma.  Existe conmigo, no temas, nos cuidaremos el uno al otro.
Quitas tu mano, y la posas a cambio en mi mejilla. Uno firmemente nuestras frentes y tomo con cuidado tu brazo libre. Retiro la playera manga larga oscura que lo cubre, y beso una por una las viejas cortadas que se amontona en tu piel.
-Te amo.-me dices, y yo pierdo el suelo, el cielo, y el alma. Te veo más grandioso que nunca.  

Me abrazo a tu cuerpo, y me prometo que cueste lo que cueste, dure lo que dure, yo te haré feliz.



Primer relato corto (:

Propósito de este Blog

14/julio/2013’

¡Hola!
Este blog está destinado a todos los pensamientos, historias, cuentos, o pequeñas cartas que en algún momento salen de mi mente y no soy lo suficientemente “completos” como para intentar crear un libro.
No prometo actualizaciones continuas, pero si mucho sentimiento en lo que por aquí aparezca.


-Celina