viernes, 20 de febrero de 2015

Externando

Me permito un momento de debilidad porque jamás voy a entender la razón, el cómo ni el cuándo. Me has hecho re-descubrir sentimientos que hacía ocultos en mi interior, lo más oscuro, lo más triste y no se acerca a lo que sentiste en su momento.
Pienso en las tardes de videojuegos, en las risas, los libros, las notas, el café (a ti te salía mejor), las experiencias y todo ese tiempo que tuvimos y el que nos hará falta.  Las lágrimas me atacan cuando tomo conciencia de que no estas (¡maldita sea!) e intento dejarte ir pero no sabes cuán difícil es. 
No quiero recriminarte nada, pero has dejado un vacío incontable en nosotros; hablar con tu mamá fue la experiencia más difícil que he tenido en tiempo, porque ella tomaba mis manos y me exigía con los ojos respuestas con las que no cuento. Tu hermanita se dedicó a abrazar mi pierna, mientras mi mano acariciaba su cabello de manera ausente, ese que es del mismo castaño que el tuyo. Tus amigos han llenado de veladoras tu habitación; me causo un poco de gracia imaginarte a ti, maniático de la limpieza, observando el espectáculo de la cera al derramarse. . . luego me uní a la plegaria silenciosa, prendiendo una lucecita para que encuentres el camino
¿Te acuerdas que hace unos meses me dejaste un mensaje de voz? "Pinche Celina, ¡vienes bien pinche tarde! ¡Parece que vienes de rodillas, cabrón! ¡Apúrate!"... A estas alturas lo puedo recitar porque desde que supe, me he dedicado a reproducirlo hasta el cansancio. ¿Sabías que pronuncias las vocales con suavidad? ¿Que tu voz siempre me gustó? ¿Que era divertido hablarte a última hora de la noche o primera de la mañana para oírte recién levantado?  
Tu papá me ha dicho que en tu auto estaba el último libro que te presté (El separador en la página 93 de "El cuento número trece"). Yo le he dicho que lo conserve pues no sé si tendré la entereza de guardarle, de volver a leerle, de terminarle porque tú lo dejaste inconcluso.
Y siento un poco de enojo. Nunca me preparaste para esto. Entre tus míticos consejos de vida nunca me dijiste como proceder ante la ausencia de un amigo. No me dijiste que tu lista de Spotify me haría un agujero directo en el alma y que ni siquiera los putos libros me iban a distraer. Tú, que conocías todo de mí, sabías lo mucho que esto me dañaría. Y sé que es egoísta, pero, Dios... ¿ignoré tus gritos de ayuda? ¿a quién hablabas, a quien pedías, si era yo quien te oía? 
Tu hermano dice que te ha soñado sonriente y con alas. Tu mamá le dijo que eres un ángel ahora y el, en sus cinco añitos, no te concibe de otra manera. "Dios lo va a cuidar" me dijo, y no tuve el valor de contradecirlo: "Y él te va a cuidar a ti". 
No me queda más que agradecerte por todo lo que compartiste conmigo, por ser la compañía que necesitaba cuando la soledad era abrumadora, por oír mis estúpidas quejas y mis debilidades, por besar mis heridas y esperar a que dejaran de sangrar. 
Escucho a The killers, y su misterioso "Mr. Brightside" que tanto te gustaba, y ahogada en sentimientos pienso: "Adiós no, sino hasta pronto"